Y no es algo dicho a la ligera, son cifras contrastables según el informe “Balance económico, fiscal, social y medioambiental del transporte en España”, publicado por el Centro de Investigación del Transporte de la Universidad Politécnica en colaboración con el Grupo Alsa y la Fundación Corell.
El transporte por carretera aporta nada más y nada menos que el 90% de la recaudación fiscal total que genera el transporte en España. Esto es debido al alta, muy alta imposición tributaria que sufre el transporte por carretera, tanto en viajeros como en mercancías, y que compensa con mucho los gastos que genera.
Si hablamos de cifras, la fiscalidad que soporta el transporte por carretera en España se sitúa por encima de los 16.500 millones de euros al año, que supone el 90% del total recaudado, mientras que el transporte marítimo, ferroviario y aéreo aportan el restante 10%.
Todavía es más llamtivo cuando se lee el informe, que esos 16.500 millones de euros anuales de fiscalidad, suponen una aportación a las arcas del estado 8 veces superior a la del aéreo, que aporta 1.970 millones de euros, el marítimo con 700 millones de euros, mientras que el ferrocarril, no solo no aporta, sino que se “gasta” 1.688 millones de euros como receptor de ayudas.
La gran diferencia esta sobre todo en la exención del Impuesto Especial de Hidrocarburos (IEH) para el ferrocarril, el transporte marítimo y el aéreo, que a todas luces supone para ellos una ventaja competitiva injustificada frente al transporte terrestre.
El drama de las ayudas públicas
Tal y como comentábamos, el transporte por ferrocarril además de no aportar es un receptor neto de ayudas públicas, y el estudio también detalla las ayudas que recibe cada modo de transporte. El terrestre recibe 1.834 millones de euros al año, con la mayor parte (990 millones) destinada al transporte de viajeros en autobús en el interior de las principales áreas urbanas. También se incluyen las obligaciones de servicio público, las bonificaciones para familias numerosas y las ayudas al transporte escolar y de movilidad reducida, todos ellos en el de viajeros.
En el caso del ferrocarril, las subvenciones ascendieron a 2.681 millones, donde la cifra más alta corresponde a las rutas OSP (1.460 millones). Destacar además que 1.200 millones se destinan al desarrollo de servicio de metro y tranvía en los núcleos urbanos.
Y en el transporte aéreo, 665 millones en ayudas para rutas OSP y en bonificaciones para los residentes de Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla.
Con todo y como resumen, el denostado transporte por carretera, y sobre todo el transporte de mercancías, es uno de los sustentos del estado como contribuyentes fiscales, pese a lo cual, se sigue poniendo en el punto de mira aumentar esa fiscalidad con propuestas como el pago por uso de autovías.
Todo esto hasta que la cuerda en un momento no pueda soportar más presión, y se rompa, porque el sector esta en un momento de máxima tensión.
Carlos Zubialde
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