Posiblemente, pienses que has podido ver y leer casi de todo en el mundo del transporte, pero podemos garantizar que lo que ha propuesto Vincent Clerc, consejero delegado de Maersk, no dejará de sorprenderte: quiere cobrar un recargo a sus clientes por llegar con puntualidad.

La propuesta surge en un contexto marcado por la Cooperación Géminis, integrada por las compañías Maersk y Hapag-Lloyd, que ha alcanzado índices de fiabilidad superiores a los de otras alianzas del transporte marítimo, y quiere aprovechar la situación para continuar engordando sus cuentas, pese a que suponga poner un recargo por cumplir con el servicio que se ha dicho que se realizará.

Como es normal, las asociaciones de cargadores han mostrado su rechazo ante la posibilidad de que las navieras apliquen recargos vinculados a la puntualidad de sus servicios, no estando de acuerdo con lo que el consejero delegado de MAersk manifestaba al respecto, diciendo que este rendimiento ha abierto la puerta a plantear mecanismos de recargo asociados a la mayor estabilidad operativa.

La idea que ha generado una reacción contundente como es de imaginar entre los clientes del sector. Los cargadores consideran que este tipo de recargos no contribuye a mejorar las relaciones comerciales, que ya soportan numerosos costes añadidos. Señalan que, aunque la puntualidad registrada por Géminis es elevada en comparación con sus competidores, el conjunto del transporte marítimo aún está lejos de niveles de fiabilidad plenamente satisfactorios. Datos de consultoras especializadas muestran oscilaciones relevantes en los porcentajes de puntualidad, situados entre el 70% y el 80%, lejos aún de la estabilidad previa a la pandemia.

Los clientes también cuestionan la justificación basada en la supuesta reducción de los stocks de seguridad que comentaba Vincent Clerc, que, según ellos, las navieras, su mayor fiabilidad permitiría. Los cargadores sostienen que la gestión de inventarios depende principalmente de la dinámica de cada empresa y de las condiciones del mercado, no de decisiones operativas externas. En consecuencia, consideran improcedente trasladar este argumento al terreno de los precios o utilizarlo como base para establecer recargos adicionales.

Tampoco convence la idea de compartir el supuesto ahorro generado por una fiabilidad superior. Para una parte significativa del sector cargador, este planteamiento no se alinea con una relación comercial equilibrada, ya que no existe un sistema simétrico que compense económicamente a los clientes cuando las navieras incumplen horarios, realizan cancelaciones de escalas o aplican blank sailings que generan impactos directos en sus cadenas de suministro.

El debate sobre los recargos surge en un momento en el que el mercado marítimo atraviesa una fase de sobrecapacidad y caída notable de los fletes. La expectativa de una normalización del tráfico por el Canal de Suez, tras meses de tensiones en el Mar Rojo, podría incrementar aún más la oferta disponible y presionar los precios a la baja, que es lo que el consejero delegado de Maersk está viendo venir, y quiere amortiguar de alguna forma.

En este escenario, muchos cargadores indican que optarían por alternativas más competitivas si los recargos por puntualidad se materializasen, especialmente en aquellos segmentos donde el valor añadido de la mercancía no permite absorber mayores costes, como puede ser el transporte de carga aérea.

Queda claro que la percepción general es que esta propuesta es una reacción ante la caída de precios y la disminución de márgenes en el transporte marítimo. Consideran que introducir nuevos recargos no contribuye a fortalecer la relación entre navieras y clientes, ya tensas desde hace tiempo, ni a mejorar la transparencia del mercado. Veremos donde termina todo esto, pero cuando lo ponen encima de la mesa, es que lo han pensado y estudiado de forma meditada, ¿o es un globo sonda para ver la reacción del mercado?

El tiempo nos lo dirá.

Carlos Zubialde

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