En cualquier aspecto de la vida donde tengamos que medirnos con otras personas, nos gusta (y es de justicia), que todos tengamos las mismas oportunidades, y que todos juguemos bajo las mismas reglas de juego.
Cuando se descubre al político de turno, que sin hacer nada y con “ayudas”, se han saltado los procedimientos para logar una titulación universitaria, master o similar, con razón nos quejamos, cuando el resto de la población además de invertir unos años de su vida, se han dejado unos cuantos miles de euros por el camino.
Pero cuando esto lo hacemos en la economía, la cosa cambia, salen voces con distintas opiniones, incluso las que dicen que la legislación es para no cumplirla. Curiosa la actitud que tomamos, sobre todo cuando pensamos que eso sobre lo que opinamos, no está dentro de nuestra incumbencia. Nos pasa en el transporte, entran nuevos actores al mercado como puede ser Cabify, a quienes la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia avalo el servicio de Cabify envíos argumentando que “los vehículos adscritos a la actividad de VTC deban emplearse exclusivamente para el transporte de viajeros, sin que puedan efectuar el transporte de pequeñas mercancías” no estaría conforme a la Ley de Garantía de la Unidad de Mercado (LGUM).
No entraré a valorar si pueden o no ser empresas de transporte, yo lo que pediría es que todos jueguen todos con las mismas reglas del juego, y que luego, sea el mercado y el cliente quien decida. Mientras no hagamos esto, abriremos la puerta a la competencia desleal.
Artículo de opinión de Carlos Zubialde
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