Cada año, cuando llegan noviembre y diciembre, el comercio electrónico dispara sus expectativas… y la logística contiene la respiración. En unas pocas semanas se concentran campañas como Black Friday, Cyber Monday y Navidad, que multiplican los pedidos sin que la capacidad de reparto pueda crecer al mismo ritmo. Esta combinación de demanda explosiva y recursos limitados está llevando a los operadores a plantear abiertamente un mensaje que hasta ahora se decía con más cautela: en temporada alta, el transporte no puede costar lo mismo que en el resto del año.
Los profesionales del sector describen un escenario muy claro. En los picos de actividad, el volumen se duplica en comparación con los meses anteriores, pero al mismo tiempo escasean conductores, faltan vehículos y los precios del alquiler de flota se disparan. La consecuencia es que ampliar capacidad para solo unas pocas semanas se vuelve muy caro y, a menudo, imposible de amortizar una vez pasa la campaña. Por eso, algunos clientes ya han empezado a asumir parte de ese esfuerzo adicional, conscientes de que el servicio depende de reforzar recursos temporalmente.
A esto se suma una realidad que no suele verse desde fuera del sector: todos los clientes piden lo mismo, y al mismo tiempo. Esto impide que los operadores puedan duplicar su estructura de un día para otro, y eso que ya lo han hecho, recordemos que en el 2019 se repartieron unos 500 millones de paquetes de e-commerce, y en el 2024 fueron 1213 millones, en cinco años se ha triplicado el volumen.
Ante esa limitación, muchas empresas dan prioridad a quienes trabajan con ellas durante todo el año y a los servicios más exigentes (los servicios premium), porque son los que garantizan continuidad incluso en los meses tranquilos. También se insiste en que no se puede concentrar la mayoría del trabajo de todo un mes en solo diez días sin revisar procesos, ajustar plazos o eliminar operaciones que encarecen el transporte. En campañas tan críticas, una mala planificación puede suponer perder clientes de forma irreversible.
Las cifras previstas para este año muestran la magnitud del desafío. Se espera que el sector gestione alrededor de 125 millones de envíos durante estas semanas, con picos de más de cinco millones al día justo después del Black Friday y antes de Navidad. Esta concentración de envíos obliga a organizar cada detalle con precisión casi quirúrgica. Además, aunque aumentarán las contrataciones, el principal reto no es encontrar personal, sino mantenerlo. La rotación y el absentismo han truncado campañas anteriores, especialmente en turnos nocturnos, donde una ausencia significativa puede crear cuellos de botella que afectan a toda la cadena. Y es que la disponibilidad es una vez más el elemento más importante en el transporte del futuro.
Para aliviar esta presión, los operadores están impulsando con fuerza las entregas fuera del hogar, los OOH (Out Of Home). Los puntos de recogida, que durante años no terminaron de convencer, están ganando protagonismo gracias a nuevas redes más amplias y mejor comunicadas. Incluso se están utilizando sistemas basados en inteligencia artificial que contactan automáticamente con el cliente para proponerle cambiar la entrega al punto más cercano, con un alto nivel de aceptación. Eso sí, esta estrategia requiere controlar muy bien la capacidad de estos establecimientos para evitar saturaciones que dañen la experiencia, otro problema de reciente creación y del que ya hemos hablado de forma reciente en informacionlogistica.com.
Mientras tanto, los hábitos del consumidor están cambiando. El auge de los marketplaces asiáticos está impulsando una forma de comprar más fraccionada, con más pedidos pero de menor valor. Además, estos comercios han acostumbrado a muchos usuarios a plazos de entrega más amplios, lo que está llevando al sector logístico a plantear también ampliaciones de plazo en los momentos de mayor saturación. La clave, según coinciden todos, es avisar con antelación: cuando el usuario sabe lo que puede esperar, tolera mejor los tiempos más largos, y lo que más valora es que se cumpla lo pactado.
En definitiva, el sector logístico y de transporte se enfrenta una campaña intensa y llena de retos, que resume bien la situación de la última milla: una maquinaria enorme y compleja que debe responder a un ritmo que crece cada año, pero con unas limitaciones difíciles de ignorar. Y por eso, cada vez más voces coinciden en que ha llegado el momento de hablar sin rodeos de los costes reales de la temporada alta, costes que se plantea repercutir al cliente.
Carlos Zubialde
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