En apenas dos décadas, Marruecos ha pasado de ser un actor regional a convertirse en una de las mayores potencias logísticas emergentes del mundo. Con más de 13.000 millones de euros invertidos en infraestructuras de transporte y logística, el país ha trazado una estrategia clara: convertirse en el gran puente terrestre y multimodal entre Europa, África y el Atlántico.
Este salto no solo responde a la ambición del Reino, sino también a la fuerte tendencia de relocalización industrial que ha llevado a cientos de compañías europeas, sobre todo de automoción y sus industrias auxiliares, a situar en Marruecos parte de su producción, generando una necesidad creciente de capacidad logística, transporte terrestre y conectividad eficiente con los principales mercados europeos. El resultado es un ecosistema logístico moderno, competitivo y robusto, donde los corredores terrestres, la red de autopistas, los puertos, las zonas industriales, los puentes marítimos y los servicios asociados al transporte han experimentado una transformación sin precedentes.
El crecimiento de Marruecos como centro productivo industrial ha impulsado la demanda de transporte terrestre internacional entre el país y Europa de forma continuada desde hace años. El flujo de mercancías por carretera aumenta de manera constante, impulsado por sectores tan diversos como automoción, agroalimentación, textil, electrónica o energías renovables. Para absorber este crecimiento, el país ha priorizado el desarrollo de una red de autopistas y vías rápidas que hoy supera los 1.800 kilómetros —la segunda más extensa del continente africano— con el objetivo de alcanzar los 3.000 km en 2030. Esta red vertebra los principales polos industriales, conecta los grandes puertos y optimiza el tránsito de camiones, permitiendo reducir tiempos, mejorar la planificación operativa y dar soporte a un comercio exterior en plena expansión.
La fortaleza logística marroquí se apoya también en el extraordinario desarrollo del puerto Tanger Med, ya consolidado como el mayor hub marítimo del Mediterráneo y de toda África. En 2024 movió más de 142 millones de toneladas de mercancías, conectando con más de 180 puertos en 70 países y ofreciendo a la industria un acceso directo a cadenas logísticas globales. Su área industrial asociada, que supera las 1.100 compañías, refuerza la integración multimodal puerto–carretera–zona industrial, situando al norte del país como uno de los grandes motores económicos del continente y un centro neurálgico para el transporte terrestre internacional hacia Europa.
Este avance se complementa con proyectos estratégicos de gran escala, como el nuevo puerto atlántico de Dajla, destinado a abrir nuevos corredores comerciales con África Occidental, o la Iniciativa Atlántica, promovida por Su Majestad el Rey Mohammed VI, que ofrecerá a los países del Sahel un acceso soberano al océano Atlántico mediante la red portuaria marroquí. A ello se suma el gasoducto Nigeria–Marruecos, un mega–corredor energético y logístico de más de 6.000 kilómetros que reforzará aún más la posición del país como nodo vital entre África y Europa.
La red logística del Reino continúa ampliándose gracias a la modernización de los puertos de Tánger, Nador y Alhucemas, esenciales para el flujo de mercancía y para el operativo del Paso del Estrecho, que en 2024 gestionó más de 3,4 millones de pasajeros y 850.000 vehículos. Este dispositivo es hoy uno de los mayores movimientos logísticos anuales del mundo y constituye un elemento clave para el transporte terrestre y el intercambio comercial entre ambos lados del Mediterráneo.
En paralelo, Marruecos ha reforzado sus infraestructuras ferroviarias con la expansión del tren de alta velocidad Al Boraq y un plan de inversión de 8.900 millones de euros destinado a duplicar las ciudades conectadas por ferrocarril e integrar estaciones, aeropuertos, zonas industriales y puertos. Aunque el ferrocarril desempeña un papel importante en la movilidad de pasajeros y cargas específicas, es el transporte terrestre por carretera el que sigue liderando la conexión diaria de mercancías con Europa, apoyado en los corredores logísticos que enlazan con la península ibérica a través de Tánger Med.
Todo ello confirma que Marruecos ha adoptado una visión de largo plazo donde la logística, la conectividad terrestre y el desarrollo de infraestructuras son motores esenciales para su crecimiento económico, su capacidad exportadora y su integración con Europa. El país se ha convertido en un socio estratégico para cualquier empresa que busque fiabilidad, eficiencia y rutas terrestres óptimas en el eje Europa–África.
Hoy, Marruecos no solo es un destino competitivo para la producción: es un hub logístico consolidado y un aliado clave para el futuro del transporte terrestre internacional, y sí, es una seria amenaza para España como país limítrofe, tal y como sucede en las relaciones entre países tan distintos pero tan cercanos geográficamente.
Carlos Zubialde
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