En el debate sobre la electrificación del sector del transporte en España existen varios elementos distintos, y cada uno de ellos tiene su propio reto. Uno de esos puntos o base sobre la que se tiene que asentar la electrificación del sector lo tenemos sobre las recargas y los puntos donde poder realizarlos.
Los datos actuales que se pueden extraer del Barómetro de Electromovilidad de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), solo el 7% del total de puntos de recarga que hay en España tienen capacidad para recargar camiones y vehículos pesados. Este punto es importante, porque la necesidad de los camiones a nivel de potencia es fundamental, y de los cerca de 52.000 puntos que existen en España, solo unos 3600 tienen la potencia suficiente para poder permitir la carga de vehículos pesados.
Si la cifra es muy baja, y si comparamos con el objetivo fijado para el año 2030 (300.000 puntos de recarga, de los cuales 50.000 deben de poder permitir la carga de camiones), la cifra está muy lejos. En el año 2025 deberían de estar operativos ya 91.000 puntos de recarga, frente a los 52.000 existentes. Y lo peor no es la lejanía de los objetivos, sino que el ritmo de despliegue es muy lento, en el 2025 algo más de 600 nuevos puntos.
Pero si enfocamos de forma concreta las necesidades del sector del transporte, nos tenemos que fijar en las instalaciones de recarga con al menos una potencia de 250 kW, que son los necesarios para poder ser utilizados por los camiones, y aquí, las cifras de nuevos puntos de recarga son muy deficientes, y los datos así lo demuestran: el primer trimestre del 2025 fueron 152 nuevos puntos, 214 en el segundo trimestre y 277 en el tercero, de los cuales, del total, solo 277 unidades tienen la capacidad de 250 kW que necesita el transporte.
¿Cuál es la alternativa?
El sector y los fabricantes son a estas alturas muy conscientes de que la única alternativa es desplegar sus propios puntos de recarga sin esperar al despliegue que tiene que realizar las instituciones. No hablamos de independencia, más bien es un camino de autosuficiencia, de garantizarse que la inversión en el camino de la transición a la electrificación no termina en un callejón sin salida porque no tengan la posibilidad de recargar sus vehículos.
Esta línea ya se está trabajando, de forma más robusta por parte de las marcas de camiones como parte de su producto, el 70% de los puntos de alta potencia que existen en España, han sido gracias a las inversiones que han acometido los fabricantes de vehículos.
Pese a todo ello, el camión eléctrico continúa teniendo unas matriculaciones casi testimoniales en España, solo el 1.4% de ellos son eléctricos, pero ampliando el foco, vemos que el 0.6% de los camiones de más de 16 toneladas son eléctricos.
Y no será por el empuje de las instituciones, sobre todo europeas, que lo han apostado todo en la carta de la electrificación como modelo futuro de transporte sostenible, desechando otras alternativas, pese a que se demuestra que son también neutras en emisiones de CO₂. La UE continua firme en su propósito de que 33% de la fabricación de camiones en el 2030 sea eléctrica, pese a lo primario de la situación, como en España, donde las matriculaciones se han literalmente parado, debido a varios factores como el fin de las financiaciones para proyectos de infraestructuras de recarga.
Contar con una red de recarga rápida y accesible es fundamental para el transporte por carretera, similar a lo que sucede en la actualidad. Es importante contar con puntos correctamente distribuidos, con capacidad de recarga, y que posean las características que el sector demanda, como una correcta amplitud para maniobras o cableado adecuado en longitud, etc.
Estos puntos nos demuestran, que el avance se está produciendo en el ámbito del vehículo particular, pero en lo que atañe al transporte y sus vehículos pesados, se queda en un segundo plano, recordando mucho a lo ocurrido con el tren en España, apostándose todo a la alta velocidad y el particular, dejando morir el transporte de mercancías.
¿Sucederá lo mismo con la electrificación del transporte?
Carlos Zubialde
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