El riesgo del impago, el reto del transporte
El sector del transporte y logística desempeña un papel esencial en la economía, es algo que señalamos de forma continuada, porque mediante la actividad el sector va garantizando el movimiento eficiente de mercancías en todos los eslabones de la cadena de suministro. Sin embargo, hay otros desafíos

El sector del transporte y logística desempeña un papel esencial en la economía, es algo que señalamos de forma continuada, porque mediante la actividad el sector va garantizando el movimiento eficiente de mercancías en todos los eslabones de la cadena de suministro. Sin embargo, hay otros desafíos constantes relacionados con la estabilidad financiera y el riesgo de impago que penden muchas veces como la espada de Damocles.
Según recientes estudios del sector, una parte considerable de las empresas dedicadas al transporte de mercancías por carretera presentan altos niveles de riesgo crediticio, situándose en niveles similares a los registrados en el último año.
Múltiples factores han contribuido a esta situación. El impacto del efecto látigo en la distribución ha generado importantes fluctuaciones en la demanda, dificultando la estabilidad de las operaciones. A esto se suman los constantes cambios en los precios del combustible, la dificultad para ajustar las tarifas de servicio y las tensiones en los canales de suministro que han surgido desde 2021. En resumen, que los costes continúan al alza, mientras que esos recargos no son repercutidos a los clientes.
Otro aspecto determinante es la posible escalada de los aranceles en el comercio internacional, el arma favorita del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lo que afectará directamente a las empresas del sector, encareciendo costos y limitando oportunidades de negocio. La incertidumbre económica y política también influye en la toma de decisiones de los operadores logísticos, deben buscar estrategias para mitigar riesgos y asegurar la sostenibilidad de sus operaciones mientras el día a día no para.
Las zonas donde la actividad del transporte es más intensa también reflejan distintos niveles de riesgo crediticio. Madrid y Barcelona concentran un alto porcentaje de las empresas de transporte, pero también presentan algunos de los niveles más elevados de impagos. En otras provincias, como Málaga y Almería, el riesgo de impago alcanza cifras preocupantes, con casi la mitad de las empresas operando en condiciones de alta vulnerabilidad financiera, algo de lo que se debería de reflexionar profundamente. Por otro lado, Alicante, Murcia y Valencia presentan una situación algo más favorable, aunque sin estar exentas de dificultades.
Uno de los elementos clave para entender esta problemática es la estructura empresarial del sector. La mayoría de las empresas de transporte y logística son de pequeño tamaño, con un 65% perteneciente a la categoría de microempresas y solo un 6% catalogado como grandes o medianas empresas. Esta atomización del sector dificulta el acceso a financiación y genera una mayor exposición a problemas de liquidez, lo que puede desembocar en retrasos en los pagos y mayor incertidumbre económica.
La antigüedad de las empresas también juega un papel crucial. Las compañías con menos de 10 años de operación muestran tasas de impago significativamente más altas que aquellas con una trayectoria más extensa. Este fenómeno está relacionado con la necesidad de consolidación en un mercado altamente competitivo, donde la experiencia y la solidez financiera marcan la diferencia en la sostenibilidad del negocio. (si eres nuevo en el mercado, normalmente aceptarás situaciones de pago más leoninas que si llevas años y tienes un cierto respaldo para negar la situación a ese potencial nuevo cliente).
Ante este panorama, las empresas tienen la obligación de enfocarse en estrategias que les permitan reducir su exposición al riesgo de impago. Existen muchas fórmulas y recetas, pero posiblemente la primera comience por hacer respetar la actual ley de pagos de transporte en España, que todavía no se cumple al 100% pese a que los plazos de pago se han reducido de forma notoria.