Cuando hablamos de transformación, de forma habitual, se piensa en "destruir" lo actual para "crear" algo nuevo y mejor. Más lejos de la realidad, transformar significa avanzar, mejorar sobre lo que ya está construido y que funciona, en definitiva, buscar mejoras en servicios y optimizar en costes.
Toda empresa que paralice su transformación y adecuación a las nuevas exigencias del mercado, termina perdiendo terreno de forma peligrosa, y el transporte no es una excepción. El principal problema para el transporte es que el servicio se ha "commoditizado"; hasta la llegada de la pandemia del covid19, el transporte era visto como algo de "usar y tirar", donde existía un exceso de oferta que permitía elegir la opción casi siempre más económica para el cliente.
En la actualidad, esta oferta está reducida en cualquier tipo de transporte, sea terrestre, marítimo o aéreo; el cliente o cargador cada vez tiene menos opciones aun y cuando quiera seguir operando bajo el pensamiento de que existen "muchas empresas de transporte que ofrecen el servicio".
Mientras esta óptica cambia en los cargadores, las empresas de transporte que quieran continuar ejerciendo la actividad y mantener unos márgenes sobre las operaciones, no tienen otro camino que afrontar la transformación como objetivo. Y no solo por cuestiones económicas, variables como la sostenibilidad social o la medioambiental son ya una obligación para las empresas de transporte.
¿Como afrontar la transformación?
Todo cambio, antes de producirse, debe de ser interiorizado dentro de la cultura de la empresa, y una compañía de transporte no es una excepción. Toda transformación que implique cambios en sus procesos digitales, como puede ser la incorporación de planificadores con Inteligencia Artificial, la gestión automatizada de documentación con tecnologías de RPA o el uso del Big Data para predicciones de la demanda, precisan antes de un estudio y consenso entre los actores internos.
Si hablamos de transformar la flota, por ejemplo, es preciso tener muy clara la regulación por la cual se rige la actividad. España es un país con múltiples y distintas regulaciones, por ejemplo, en temas de sostenibilidad en distribución de última milla, y ello puede comprometer las inversiones dependiendo del tipo de flota.
El objetivo final de la transformación para el transporte es lograr una sostenibilidad entre los recursos destinados a la actividad y los ingresos que estos generan, en un marco cohesionado, eficiente y seguro para todos.
Artículo propiedad de Carlos Zubialde
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