Que la tecnología está dando pasos de gigante es una realidad palpable, no solo en el ámbito personal. Sectores como el transporte y la logística han visto cambiar sus procesos de trabajo de una formo muy notable. Los clientes actuales demandan una mayor interconectividad con sus proveedores de la cadena de suministro, quieren tener la visibilidad absoluta de las operaciones, y además poder interactuar en primera persona.

Muchos de los procesos logísticos y de transporte han sido digitalizados o están en proceso de serlo, fruto de las inversiones que se acometen año tras año. Si no fuera por este tipo de mejoras, no sería posible poder ofrecer los servicios que se dan en la actualidad; solo imaginando una red de transporte gestionando albaranes y notas de entrega físicas en lugar de hacerlo digitalmente mediante soportes tipo PDA o telefonía móvil, nos podemos hacer una idea.

Uno de los principales problemas del transporte de mercancías por carretera se focaliza en la falta de conductores profesionales, problema ante el cual los más fans de la tecnología apuestan por la conducción autónoma como solución a un problema que tiene una dimensión mundial.

¿Es de verdad el camión autónomo la solución al problema de la falta de conductores?

Sinceramente, con los datos actuales y las experiencias de otros intentos como el de la entrega de paquetes con drones, se puede aventurar que la posible solución, no lo es tal. La tecnología ni los medios están preparados, ni tienen un horizonte de futuro de estarlo, lo que permite poder decir que ver un camión autónomo por nuestras carreteras, se antoja entre lo difícilmente ocurrible, pasando por el casi imposible.

El camión autónomo si puede tener un cierto recorrido operacional en recintos cerrados, por ejemplo en transportes internos de grandes complejos de fábricas, o en zonas como los puertos, donde la circulación está muy controlada, y es posible monitorizar a este tipo de vehículos.

Y eso que solo hemos tratado aspectos operacionales, sin entrar a las valoraciones económicas del coste de este tipo de vehículos, la tecnología que deben de poseer o su mantenimiento, lo que confiere otro punto más en su contra.

Artículo propiedad de Carlos Zubialde

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