Como resultado de las elecciones del pasado 6 de noviembre, Donald Trump retornará a la Casa Blanca como presidente del país más poderoso del mundo. Su discurso cabe decirse que es todavía algo más radical que el que planteaba en el 2016, y el impacto que esto puede tener sobre el futuro nos hace pensar en un cambio de escenario y de las reglas.

Este cambio de escenario, sobre todo, se tornará mucho más proteccionista y nacionalista, a lo que las empresas de logística y transporte deberán de adaptarse, con unas relaciones comerciales distintas a las que se han llevado a cabo hasta el retorno de Trump.

Proteccionismo

La palabra más utilizada, junto con inmigración, será posiblemente la que marque los próximos años; un proteccionismo que tendrá una repercusión en el comercio internacional, y que a nivel logístico puede suponer un cambio operativo. Más aranceles y una mayor incertidumbre comercial parece ser que serán los escenarios en los que quiere plantear su mandato el Presidente Trump, pese a que ello pueda suponer un alza en los costes con un impacto directo sobre las cadenas de suministros de los productos que son importados por los Estados Unidos.

Y en este marco, el "enemigo" volverá a ser China, con quien ya tuvo importantes desencuentros en su anterior mandato entre el 2016 y 2020. Sectores como la manufactura o la tecnología posiblemente se verán afectadas, por lo que es posible que algunas cadenas de suministro tengan que ser modificadas. Es indudable que el proteccionismo que quiere implantar Trump supondrá un mayor control en las fronteras, y por la experiencia anterior o la que se puede vivir en las fronteras del Reino Unido con el Brexit, augura un cambio en la logística, con una clara posibilidad de ralentización de las cadenas.

Además, Trump también ha declarado que quiere fortalecer el control sobre las infraestructuras clave de transporte y logística, como puertos, aeropuertos y redes ferroviarias, lo que supone que el control sobre barcos, camiones y aviones será mucho más exhaustivo, cuya consecuencia es una clara ralentización de las operaciones en esas infraestructuras.

Por último, es cierto que la nueva situación puede producir un efecto domino sobre las políticas de terceros países, generando una volatilidad en los mercados con un alza de los costes de las materias primas como por ejemplo el petróleo, producto indispensable para la industria logística. Una subida de costes podría poner en peligro muchas de las empresas que en este momento trabajan con márgenes muy ajustados.

Carlos Zubialde

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