Está en boca de todo el mundo, la electrificación de los vehículos para el 2030 es objetivo prioritario. Y el transporte está como no, en el punto de mira, aún y cuando todavía no hay ni pruebas fiables, ni tampoco una red de puntos de recarga suficientes, por mucho que la unión europea este empujando.

En España, actualmente, el 25% de los puntos de recarga no están operativos, sobre todo, por la falta de permisos. El lío burocrático es monumental, sobre todo para lograr el permiso de funcionamiento. El cuello de botella está en la obtención de la licencia pertinente por parte de la Dirección de Carreteras, y sobre todo en el proceso de legalización de los puntos de recarga. Se estima que una solicitud de este tipo puede estar tardando entre 9 y 12 meses como mínimo, lo que nos ofrece la visión de caos que se está viviendo.

Con esta situación, es lógico plantearse si la capacidad real de las compañías eléctricas, y la burocracia del estado, permitirán poder suministrar la potencia necesaria a sectores como el transporte, sin que una recarga pueda ser el motivo de la interrupción del flujo logístico. A la luz de los datos actuales, no permite ser muy optimista, las previsiones no parecen que puedan cumplir con los requisitos que precisaran los vehículos industriales, en cuanto a tamaño ni dimensiones.

Solo tenemos que recordar que en España, el 95% de las mercancías son transportadas por carretera, por lo que decir que se descarboniza el sector, se electrifica y que, con ello, ya esta solución. Tenemos que decir que no es la solución, si además, no se crea una red robusta de recargas, que parece, no va a la velocidad necesaria.

Artículo propiedad de Carlos Zubialde

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