Muchas son las ilusiones que se han puesto en la conducción autónoma, si entendemos como tal la conducción plena de un vehículo por parte de una Inteligencia Artificial. Y muchos son los titulares y líneas que se han escrito sobre el tema, su "hype" es de los de alto nivel.

Pero la realidad es tozuda, y la realidad hoy día es que el coche autónomo sigue sin ser una realidad viable a medio plazo. Mientras la tecnología todavía no es confiable (apple ha retrasado hasta el 2028 su proyecto de coche autónomo), la ciudad de San Francisco, la cuna de los coches autónomos y de las tecnologías más punteras, han reculado en su idea sobre este tipo de vehículos. Y tanto han cambiado de opinión, como que han demandado al estado d eCalifornia por considerar estos coches como no seguros.

Hablamos de San Francisco, una de las primeras ciudades en apostar por la tecnología, y cuna de los ensayos y prototipos de todo tipo, sean drones para reparto, o coches autónomos. Las pruebas de estos vehículos se suponía que se realizaban en entornos abiertos, pero "seguros", como los que tenía la compañía Cruise (General Motors), que de una flota de 150 coches, solo podía poner en circulación 30, en un horario nocturno de 22:00 a 06:00 (en la que menos coches hay en circulación), y además, con una limitación de velocidad de 50 kms/h.

Aún y con estas restricciones, la cuestión es que la compañía perdió su licencia en el momento en el que un coche suyo atropello a una persona. La cosa, no quedo solo en eso, provocó que la empresa suspendiera todas sus prueban en todo el país, deteniendo la actividad de la empresa, y con consecuencias nefastas como el despido de parte del personal. Pero como las cosas siempre pueden ir peor, y para Cruise, este es el caso, ya que la acción judicial continua, pero encima, se ha destapado que la empresa ocultó información importante sobre el coche involucrado en el siniestro, para "evitar" dañar su reputación.

No son los únicos

Pese a las circunstancias ocurridas con Cruise, el estado de California no detuvo las licencias que había concedido a otras empresas para el desarrollo de los coches autónomos, y es que había importantes contratos de por medio. Las autoridades de San Francisco no vieron con buenos ojos que las licencias se mantuvieran, y así lo corroboraron, solicitando que las licencias fueran revocadas, por los graves problemas de falta de seguridad que han ofrecido este tipo de vehículos.

La lista de incidencias en interminable, desde chocar con otros coches, contra autobuses, no responder a las señales indicativas de policías de tráfico, no localizar objetos de menor tamaño o incluso, llegar a chocar con un camión de bomberos que acudía a una emergencia, y que llevaba todas las sirenas y luces encendidas.

Tampoco se ha de olvidar los problemas de circulación que generan estos vehículos, es cierto que en los bancos de pruebas, tenían un tope de velocidad, pero si se llega a aumentar, los demandantes declaran que el nivel de riesgo hacia terceros (otros coches, peatones etc), se multiplicaría de forma exponencial.

Desde las empresas que han invertido importantes cantidades en este proyecto, como Waymo, que pertenece a Google, declaran que sus historiales de seguridad mejoran de forma sustancial a la de la conducción por parte de humanos. Esto no convence a las autoridades de San Francisco, y por extensión, está haciendo que otros estados, que han apoyado que en sus carreteras puedan circular coches autónomos, se lo tomen con mayor calma, a la espera de que ocurra con la demanda de San Francisco.

El fondo real de la cuestión no solo es la seguridad, hay una parte ligada a las cuestiones competenciales (las ciudades como San Francisco no tienen competencia para desarrollar los requisitos y regulaciones de seguridad pública, por lo que entiende que si no puede poner mayores cotas de seguridad, no quiere tener ese tipo de coches en sus calles), así como una cuestión económica, entre los fabricantes de coches, los desarrolladores de los software y las autoridades.

Sea como sea, la realidad es la que es, este tipo de coches autónomos no están preparados, ni por asomo, para poder interactuar de forma "normal" en las situaciones de tráfico de una ciudad cualquiera. Si eliminamos coches, peatones y demás elementos, su potencial aumenta. Este tipo de vehículos tienen cabida y usabilidad en entornos "cerrados", tal y como ocurre en la actualidad en aeropuertos o puertos, donde existe una circulación mínima, una gran limitación en la velocidad, y la seguridad es máxima. Fuera de ese ámbito, posiblemente en países como Estados Unidos, pueda ser una alternativa para rutas de medio alcance, en los estados donde las carreteras son interminables, pero siempre rectas.

Fuera de estos potenciales marcos, por mucho marketing y publicidad que se ponga, por más y más artículos que se escriban, la realidad todavía es tozuda. El coche autónomo en nuestras ciudades, ahora mismo, no pasa de ser una auténtica quimera.

Carlos Zubialde

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