En los tiempos del marketing, incluso por delante del servicio o las operaciones, la llegada de Cabify a la logística de distribución supuso un pequeño “terremoto” en el sector.

No tanto por la llegada de un nuevo actor al sector, más por quien es y su procedencia, hacen que sus pasos sean escrutados con mucha atención. Cabify ya lleva dos años realizando servicios de transporte, comenzaron en plena pandemia realizando reparto de paquetería a domicilio utilizando sus VTC.

Esto puso en pie de guerra al sector del transporte, por entender que no podían realizar ese servicio por carecer de la pertinente autorización de Operador de Transporte que emite el Ministerio de fomento, pero la CNMC dio la razón a Cabify, y desde entonces han mantenido un crecimiento que se cristaliza con la creación de la división de logística. Esta nueva división aspira a competir con los grandes operadores, para lo que Cabify realizará una importante inversión cercana a los 20 millones de euros, y con el objetivo de dar cobertura en España, Colombia, Argentina, Perú y Chile.

El discurso de Cabify no es muy distinto de otros operadores que han aterrizado en la distribución de última milla. Podemos decir que en realidad llega un nuevo actor al mercado que no trae nada nuevo bajo el brazo. Su mensaje de querer competir contra las grandes compañías, de ejercer una operativa “por el todo”, incluyendo mercancía en seco, delivery, en temperatura controlada, y en formatos same day y next day, además de hacer el cross docking, sobre el papel es atractivo, pero suscita muchas dudas.

Los servicios de reparto de comida, la gestión, productos perecederos, el cross docing o la logística inversa, todos puntos que dice Cabify querer “atacar”, no son parte de un todo, son servicios distintos que precisan operativas distintas, con enfoques distintos y clientes distintos.

Querer ser una compañía global, además de una aspiración, es un reto de mucha envergadura, en la que un buen número de empresas han fracasado y perdido un buen puñado de euros. Contar en su cartera con más de 5.000 clientes es un buen inicio, y que además entre ellos haya compañías de renombre siempre ayuda, pero, ¿es suficiente?

Artículo propiedad de Carlos Zubialde

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