El objetivo de la logística es ofrecer el soporte necesario para que los flujos de mercancías sean posicionados desde su origen (materia prima) hasta su destino en manos del cliente, en tiempo y forma acordados. La dirección logística establece los marcos de trabajo de los distintos actores que puedan ser necesarios para llegar al objetivo; controlar que todas las piezas de ese engranaje funcionen con precisión es la labor principal del director logístico.
Además, las operaciones logísticas actuales, aparte del cumplimiento del compromiso con el cliente, están sujetas a lograr otros compromisos como son por ejemplo la de la sostenibilidad medioambiental. La reducción de las emisiones en todas las operaciones de transporte está al orden del día, no solo mirando los transportes por carretera de gran distancia, la distribución de última milla y sobre todo última yarda están en permanente y constante escrutinio.
Las normativas y controles que están estableciendo a nivel europeo son cada vez más duros con la emisión de CO2; las normativas que rigen en el transporte de mercancías tanto de larga distancia como de corta distancia y distribución son cada vez más restrictivos. Los fabricantes de vehículos, así como las empresas de transporte trabajan de forma conjunta, la industria del automóvil también se enfrente al mismo escenario en caso de incumplimiento del objetivo de emisiones, tal y como se pudo ver con una conocida compañía automovilista en el año 2019.
Se trabaja en motores híbridos y en motores eléctricos libres de emisiones, con propulsores de baterías eléctricas y pilas de combustible. La movilidad eléctrica esa haciendo su hueco en el transporte de mercancías.
Pero los expertos advierten que no basta con electrificar el accionamiento del camión, se tiene que trabajar sobre otros elementos que también generan emisiones como son por ejemplo las unidades de refrigeración que llevan los vehículos refrigerados. Todas las flotas de camiones que transportan la fruta y verdura hacia mercados europeos este compuesto por una cabeza tractora y un semirremolque con un sistema de refrigeración, que permite mantener la temperatura deseada. Esa unidad de refrigeración también debería de ser electrificada si se quiere llegar al cumplimiento de las emisiones de CO2.
Si nos fijamos, no solo son los grandes camiones de transporte por carretera lo que llevan este tipo de equipamientos, la gran mayoría de flotas que se dedican a la distribución con productos que necesitan temperatura controlada llevan estos equipos. Cambiar estos equipamientos es posible mediante el electrificado (convertir la energía cinética del camión-remolque en energía eléctrica por recuperación).
Podemos encontrar en el mercado algunas soluciones como la planteada por la empresa SAF-Holland para los remolques, como son los ejes electrificados, lo cual se define como un eje que recupera la energía cinética cuando el vehículo se mueve por inercia o frena. Un generador de alto voltaje, instalado en el centro del eje y que actúa como una dinamo, convierte la energía cinética de la combinación camiónremolque en energía eléctrica y la almacena en una batería de litio. A su vez, la batería alimenta los equipos eléctricos auxiliares del remolque. Además de la unidad de refrigeración, esto podría incluir el sistema de calefacción, los elevadores traseros etc.
Otra de las importantes opciones de la electrificación es que hace posible el funcionamiento de la unidad de refrigeración cuando el vehículo está parado y con independencia de la fuente de energía. En la práctica, esto supone que la unidad de refrigeración puede funcionar sin que exista un motor diésel que le tenga que suministrar la energía, evitando ese ruido que produce el motor diésel al estar en funcionamiento. Este ruido es uno de los que más protestas suelen generar en zonas residenciales cuando se hace una distribución nocturna, por ejemplo, junto con la carga y descarga.
Nos quedaría abordar la cuestión del coste, aspecto muy importante siempre, pero de especial relevancia en el sector del transporte, donde las operaciones y márgenes son cada vez más ajustados. Cambiando una unidad de refrigeración por una de electrificación, la reducción del consumo es importante. No solo el consumo, la adquisición de la unidad de refrigeración también es de menor coste comparado con uno diésel, ya que estos además de la unidad de refrigeración, necesitan un generador dieses, su propio depósito, y como no, un mayor mantenimiento.
Cuando se exija el cumplimiento de una huella de CO2, o los clientes a los que tengamos que atender estén en una zona de acceso restringido solo para vehículos de cero emisiones, veremos un aumento de este tipo de unidades en los vehículos de distribución al igual que en los camiones de transporte por carretera. Las empresas de transporte, sobre todo las dedicadas a la distribución de última milla, dejarán de ver la electrificación como un coste para observarlo como un nuevo modelo de negocio.
Artículo propiedad de Carlos Zubialde
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