Al menos 70 fallecidos y más de 1,200 heridos tras explosión en terminal de Hormozgan, Irán
Una poderosa explosión en una terminal de Hormozgan causa múltiples víctimas y daños, mientras las autoridades trabajan en controlar la situación.

La explosión ocurrida el pasado sábado en la terminal Shahid Rajaee, ubicada en la provincia de Hormozgan, en la zona del estrecho de Hormuz, ha dejado un saldo trágico de 70 personas fallecidas, más de 1.200 heridas y 22 todavía desaparecidas, según información de agencias internacionales. Además, se han reportado 22 cuerpos sin identificar, y las autoridades advierten que el número de víctimas podría aumentar durante las labores de limpieza y remoción de los contenedores afectados.
Las tareas de extinción y limpieza continúan siendo complejas y prolongadas. La brigada de bomberos logró controlar parcialmente el incendio la noche del lunes, pero el proceso para apagar completamente el fuego y retirar los contenedores dañados podría tardar entre dos y tres semanas. Para ello, es necesario inspeccionar individualmente cada contenedor y proceder a enfriarlo con agua para prevenir rebrotes y garantizar la seguridad del personal de rescate.
Las autoridades iraníes han indicado que la causa exacta de la explosión aún está en investigación. Sin embargo, atribuyen el incidente al incumplimiento de normas de seguridad y han realizado algunos arrestos por posible implicación o negligencia. El gobernador de la provincia de Hormozgan descartó la hipótesis de sabotaje, expresando que no existe evidencia que respalde esa teoría.
El lugar del siniestro, situado en una zona de almacenamiento de contenedores con sustancias químicas peligrosas y posiblemente tóxicas, fue el origen de una fuerte explosión que se pudo escuchar a varios kilómetros de distancia. Esta habría sido provocada por la combustión de dichos materiales, que posteriormente iniciaron un voraz incendio en los contenedores afectados.
El fuego sigue siendo un desafío considerable, y las autoridades informan que cada contenedor debe ser inspeccionado cuidadosamente, abierto y enfriado con agua, una tarea que requiere tiempo y precisión para evitar nuevos riesgos. Hasta ahora, los esfuerzos se centran en recuperar el control total de la zona y en prevenir mayores daños o nuevas explosiones.