Los movimientos inversionistas en el transporte
Aunque la economía tenga mejores o peores momentos, las empresas más potentes de cada industria siguen "buscando" donde pescar nuevas oportunidades mediante la compra de empresas, que pueden ser competidores suyos o simplemente, complementan el porfolio de servicios que ofrecen.

Aunque la economía tenga mejores o peores momentos, las empresas más potentes de cada industria siguen "buscando" donde pescar nuevas oportunidades mediante la compra de empresas, que pueden ser competidores suyos o simplemente, complementan el porfolio de servicios que ofrecen.
El sector del transporte no es ajeno a este tipo de situaciones, y el transporte español, en particular, cobra cada vez mayor peso dentro de la economía, llamando la atención de múltiples fondos de inversión y multinacionales extranjeras, que durante el año 2022 han entrado en el accionariado de un buen puñado de empresas, demostrando que este sector es absolutamente estratégico para el desarrollo global de la economía. Como muestra, dentro de la Unión Europea, el 77% de todas las mercancías son transportadas por vía terrestre, cifra que en España sube hasta el 95%. Esto se debe en gran parte a la ubicación geográfica de España, que se encuentra en el extremo suroeste de Europa y no cuenta con una extensa red de vías fluviales o ferroviarias que conecten con el resto del continente, dejando al transporte terrestre como principal medio para el movimiento de las mercancías.
Además, la propia situación del transporte, con un claro déficit de mano de obra (en los años futuros, la disponibilidad de medios será la tendencia en lugar del precio), podría poner en peligro actividades industriales o la actividad comercial de la propia Unión Europea, por lo que la dependencia del camión será todavía mayor de lo que lo es hoy día.
La ola de fusiones y adquisiciones en el transporte de mercancías por carretera parece coger carrerilla, sobre todo en el ámbito del transporte frigorífico de productos de alimentación, principalmente de fruta y verdura, cuya meca es el arco sur y este de la península. Quedémonos con este dato: el 94,1% de las exportaciones hortofrutícolas españolas en 2021 (más de 15.500 millones) se realizó por carretera. No es de extrañar si tenemos en cuenta factores como la rapidez, la capilaridad, el coste, la adaptabilidad del camión a las necesidades de producción y comercialización y el hecho de que el principal destino de esta mercancía sea Europa, sobre todo Alemania, Francia, Benelux y Reino Unido.
Un factor que también está influyendo en esta maratón de adquisiciones es la fuerte fragmentación que caracteriza al transporte terrestre de carga, donde operan actualmente más de 100.000 compañías en España (unos 560.000 vehículos). Para poder hacernos una idea, España, con la mitad de población que Alemania, posee el doble de empresas de Transporte. Esta enorme atomización es un mal endémico que arrastra el sector y que supone un gran hándicap para competir en un mundo globalizado en el que hay que innovar, ser competitivos e internacionalizarse, sin olvidar la transformación digital y la transición energética. Que decir, que cuanta mayor atomización, menor poder de negociación de precios, lo que lleva a que el transporte terrestre español, trabaje con unos márgenes muy reducidos, de forma ya histórica.
Según la Organización Internacional del Transporte por Carretera (IRU), en España hay un déficit de 20.000 conductores de camión, a pesar de que ostentamos el dudoso título de país con más paro juvenil de la UE (el 33,4% de nuestros menores de 25 años están desempleados). Este grave problema ya lo tratamos en una entrevista en informacionlogistica.com con Diego Carbajosa, de la empresa TempoDriver, que ayuda a las empresas de transporte a buscar choferes profesionales en países como Peru.
Los retos de crecer
El transporte de mercancías por carretera necesita músculo empresarial para poder afrontar retos como la digitalización, la intermodalidad, la sostenibilidad, la generación de empleos de calidad o su posicionamiento en mercados exteriores. Solo el 0,2 % de los 3 millones de compañías que existen en España son grandes empresas, por lo que la situación del transporte, no es sectorial, sino que está muy alineada con la fotográfica de la economía española. El tamaño, por lo tanto, es uno de los retos, entendiendo que las empresas españolas, de mayor tamaño, son relativamente pequeñas si comparamos con otros competidores europeos.
Ese tamaño, es precisamente, uno de los mayores atractivos para los inversionistas, quienes ven una oportunidad donde puede verse un problema. Son conocedores además que el transporte de mercancías por carretera es absolutamente estratégico para la economía de España, tanto en el ámbito doméstico como internacional, por lo que quieren aprovechar la coyuntura para tomar posiciones (cosa que esta ocurriendo).
Recordemos que el transporte es un sector que aporta cerca del 5% al PIB, da empleo a más de un millón de trabajadores en España, y gestiona el 75% de las exportaciones españolas hacia la UE. España, que se sitúa en decimoquinta posición en la lista de mayores economías del mundo (volumen de PIB registrado en 2021), no debería permitirse el lujo de perder músculo en un sector que es un vector indudable para ganar mayor competitividad.