La ecología y la sostenibilidad han pasado de ser una mera moda a ser una necesidad para afrontar el grave problema que se enfrente el planeta ante la emisión de CO2.

En la logística y el transporte la mayor cantidad de CO2 se emite sobre todo en el transporte de la mercancía así como en el almacenaje. El transporte de mercancías es el responsable de aproximadamente el 10% del total de emisiones globales de CO2 a nivel mundial, concentrándose sobre todo en el transporte de mercancías por carretera. Otros medios como el transporte de aéreo tienen consumos muy elevados de combustible, pero su cuota sobre el total del CO2 es menor.

Uno de los segmentos que más cambios está teniendo en la sostenibilidad es el del transporte de “última milla” y el de “última yarda”, es decir, la distribución de envíos, sobre todo de envíos de ecommerce, que se concentran en grandes núcleos de población (capitales y grandes ciudades).

Desde hace ya unos años el sector del transporte y la logística está trabajando en ofrecer un servicio con mayor “sostenibilidad” y menor impacto ambiental, bajo el sello de “Green Logistics” o Logística Verde. Muchos de los procesos logísticos están siendo rediseñados para alinearse con los objetivos de sostenibilidad, que por cierto, cada vez más clientes lo valoran como una parte importante del servicio recibido. Es tal la presión del cliente sobre este aspecto, que el sello “Green Logistics” está convirtiéndose en una ventaja competitiva para las empresas que lo hacen, posicionándose de una forma preferente.

También se está hablando de forma muy intensa de los “microhubs” urbanos, pequeños almacenes donde se depositan los envíos de una determinada zona, y donde acuden los repartidores (andarines, en bici, motos y vehículos eléctricos etc) para retirar los envíos y hacer la entrega final o “última yarda”. La teoría siempre queda muy bonita, pero la realidad es que las empresas que desean adentrarse en este campo, se encuentran con un importante número de problemas ante la falta de legislación sobre este tipo de inmuebles. La legislación para la gestión de los microhubs está en manos de los ayuntamientos, por lo que cada uno de ellos tiene ordenanzas distintas. Esto supone un verdadero problema, ya que una empresa que quiera instalar estos almacenes pequeños en dos ciudades distintas, tendrá que “pelear” con dos ordenanzas distintas.

Estamos asistiendo a la aparición de un buen número de nuevas empresas y startups relacionadas con la gestión y entrega de envíos, siempre con un sello de envíos sostenibles, no solo medioambientalmente, sino también sostenible social y económicamente. Observamos la aparición de nuevas empresas que realizan la distribución/reparto de envíos con medios como bicicletas, triciclos o coches eléctricos, cuya emisión de CO2 es notablemente inferior a los vehículos de combustión. La inversión de las empresas para poder hacer esta distribución es superior a un modelo más “tradicional”, pero debemos de tener en consideración que la legislación comunitaria cada vez es más restrictiva, y el futuro del reparto en las principales ciudades pasará por medios mucho más sostenibles. 

Para poder mantener el “Green Logistics”, además de la necesaria implicación del sector del transporte y la logística, es necesario también un “alineamiento” por parte de las instituciones, no solo con la aplicación de normas como la denegación de acceso a los centros de las ciudades de vehículos contaminantes, sino también apoyando estas nuevas alternativas como los microhubs.

Pero el “Green Logistics” no solo es responsabilidad de las empresas de transporte y logística, posiblemente uno de los principales actores en este cambio sean los propios clientes. Si como cliente no se tiene la conciencia clara, el camino será más largo, y es precisamente el cliente quien más puede hacer, ya que es quien finalmente puede decidir como quiere recibir sus envíos. Unos simples gestos como agrupar los pedidos en lugar de pedirlos de forma unitaria, o elegir un punto de conveniencia para la recepción de los mismos si sabe que no estar en su domicilio, son acciones que reducen de forma muy importante las operaciones de transporte, y en consecuencia, la emisión de CO2.

Queda claro que la sostenibilidad es cosa de todos, las instituciones ayudando y legislando de forma alineada con las necesidades; de los actores como las empresas de transporte y logística, adecuando sus operaciones y medios, hacia formas más sostenibles; y como clientes, “decidiendo” de forma lógica la forma de recepción de los envíos (agrupación, puntos de conveniencia etc), además de claro está, reciclar correctamente los materiales de packaging.

Nos lo agradecerá el planeta y las generaciones futuras.

Artículo propiedad de Carlos Zubialde

contacto@informacionlogistica.com