Con la entrada en el año 2025, Bulgaria y Rumania pasan a ser miembros de pleno derecho del espacio Schengen, lo que permite la libre circulación de personas y mercancías por sus territorios, así como con el resto de Estados miembros del espacio.
En la práctica, esto supone que las fronteras que existían en ambos países han pasado a la historia, aunque en los próximos meses las policías de ambos países pueden seguir estableciendo distintos controles tanto de mercancías como de personas. Pese a ello, la situación será mucho mejor que la que se han enfrentado las empresas de transporte en especial, teniendo que esperar varias jornadas en las aduanas para que los trámites y controles fueran realizados.
La libre circulación entre estos dos países es una petición que viene de lejos; los profesionales del sector llevan varios años reclamando primero una mayor agilidad en los trámites y luego la supresión de las fronteras, debido al efecto de cuello de botella que se producía, quedando las mercancías y los transportistas completamente parados en la frontera incluso varios días, con las perdidas que ello suponía.
Y son precisamente las perdidas que ahora con la libre circulación se tornarán en un impacto positivo para ambos países y las principales industrias de los mismos, como lo es la automoción, muy amplio en Rumania (llega a suponer cerca del 15% del PBI del país). Bulgaria ha cifrado la eliminación de la frontera en un impacto positivo de cerca de 866 millones de euros al año para su economía, lo cual hace comprensible la presión de ambos países para ser miembros de pleno derecho que permita la libre circulación en el espacio Schengen.
No obstante, ambos países mantendrán durante él 2025 controles aleatorios, y además, podrán establecer otro tipo de controles según las necesidades de cada momento y situación, al igual que hacen el resto de países que pertenecen al mismo espacio.
Carlos Zubialde
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