La pandemia del Covid en el 2020 tuvo un efecto despertador, las cadenas de suministro que se conocían hasta entonces, que se pensaba que eran sólidas e inmutables, saltaron por los aires.

Los tiempos en los que las producciones de china se hacían casi con precisión milimétrica, y los buques los transportaban en tiempos tan precisos que el desvío, si no era por una causa meteorológica, nunca superaba las 24 horas, son ya parte del pasado.

En la actualidad, una mayoría de empresas ya ha realizado un acortamiento de su cadena de suministro, primero para depender menos de China, y para tampoco ser rehenes de los tiempos tan convulsos que se viven en oriente medio, y que tanto repercuten sobre el transporte marítimo. El objetivo es "trasladar" esa producción hacia países más cercanos a Europa, con menos cambios y mayor estabilidad, como pueden ser Turquía o Marruecos.

Las empresas y sus directivos han entendido y comprendido que los viejos modelos de la cadena de suministro ya no son plenamente válidos en los tiempos actuales. La interdependencia en países tan lejanos ha pasado a ser un problema y no una ventaja competitiva como lo había sido en las tres décadas anteriores.

Ahora, las empresas buscan poder tener proveedores relativamente cercanos, con los que incluso puedan tener acceso con transporte terrestre en lugar de marítimo, por la seguridad que ofrece este tipo de transporte, el seguimiento y el cumplimiento de los plazos, evitando los riesgos e interrupciones que se pueden suceder en el futuro.

Carlos Zubialde

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