El futuro de Correos está en juego, y la presión aumenta tanto desde la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) como desde los empleados. El nuevo plan estratégico de la compañía, destinado a marcar el rumbo hacia la recuperación, debía presentarse en junio. Sin embargo, la aprobación por parte de la SEPI en julio aún es incierta.

Pedro Saura, quien asumió la presidencia de Correos hace siete meses, ha optado por elaborar internamente un plan estratégico en lugar de seguir el elaborado por la consultora KPMG. Esta decisión ha generado mucha inquietud, pues la falta de una visión externa podría dificultar la competitividad frente a otros operadores, que recordemos llevan mucha ventaja al operador postal español.

La SEPI, el principal accionista de Correos, esperaba el plan para junio, y ahora se espera para julio (y se temen que pueda seguir retrasándose hasta después del verano). La entidad estatal busca una solución para las pérdidas acumuladas, que superan los 1.200 millones de euros.

El nuevo presidente ha preferido elaborar el plan estratégico tras escuchar a sus empleados, en lugar de seguir las recomendaciones de una consultora externa como los es KPMG. Esta estrategia busca evitar los errores cometidos por anteriores administraciones, pero está por verse si será efectiva. La SEPI, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y los sindicatos están ansiosos por conocer los detalles del plan y la cifra destinada a la reestructuración de la plantilla, y el retraso en la presentación está poniendo nervioso a todo el mundo.

Los gastos de personal son uno de los mayores desafíos para Correos, representando alrededor de 1.600 millones de euros anuales, prácticamente igualando los ingresos generados por su actividad postal y de paquetería. La ministra Montero está dispuesta a destinar fondos a las prejubilaciones, pero necesita conocer la cifra exacta cuanto antes, mientras que los sindicatos se oponen a un despido colectivo y prefieren prejubilaciones voluntarias para empleados de entre 61 y 65 años. También insisten en que cualquier reducción de personal debe ir acompañada de un rejuvenecimiento de la plantilla para mantener la eficiencia del servicio.

Correos ha perdido empleados en los últimos años, pasando de más de 60.000 a aproximadamente 47.000. La media de edad de la plantilla es alta, y rejuvenecerla es uno de los grandes retos, muy difíciles de encajar con la cifra de negocio de la empresa, que cada año se va reduciendo.

Sin embargo, el mayor desafío es definir un modelo de negocio que permita a Correos salir de su actual situación financiera. Los sindicatos han propuesto diversas medidas, como reforzar el Servicio Postal Universal (SPU) para hacerlo más eficiente y potenciar la paquetería aprovechando el auge del comercio electrónico. También sugieren un modelo de Servicio de Interés Económico General (SIEG) para Correos, que incluiría nuevas misiones, como la gestión de servicios administrativos y financieros en las oficinas de Correos, con una aportación estatal que sirva de apoyo financiero.

Hasta ahora, las propuestas de los sindicatos no han recibido respuesta, y no ha habido reuniones recientes para discutir posibles prejubilaciones o un nuevo convenio colectivo. La empresa parece estar encaminada hacia la bancarrota si no se implementan cambios significativos, y es que la mala gestión (problema histórico) han dejado a Correos al borde del cierre de la persiana. Solo un plan estratégico coherente y bien estructurado puede salvar a Correos, pero la falta de dirección clara y la incertidumbre sobre el plan de Saura generan dudas sobre su viabilidad.

El plan de KPMG incluía propuestas concretas, como la venta de algunos de los casi 6.000 edificios que posee Correos, lo cual podría generar ingresos. Sin embargo, Saura ha decidido no seguir esta dirección por el momento. El futuro de Correos depende de la capacidad de la empresa para adaptarse a las nuevas realidades del mercado y para implementar un plan estratégico que asegure su sostenibilidad financiera a largo plazo, como ya hicieron hace años otros operadores postales europeos.

En definitiva, Correos enfrenta un futuro incierto y de color muy negro, porque la elaboración interna del plan estratégico ha generado expectativas y preocupaciones, tanto dentro de la empresa como en la SEPI, el Ministerio de Hacienda, los sindicatos y trabajadores.

Lo que sí llama la atención en todo esto es que casi nunca se habla del cliente ni del servicio que ofrece Correos, como si se da por entendido que son "clientes cautivos", cosa que otros operadores postales entendieron hace años, pero que Correos parece ni contemplar.

Carlos Zubialde

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