CK Hutchison vende Hutchison Ports, generando críticas por posibles implicaciones geopolíticas en China
La venta de Hutchison Ports por CK Hutchison al consorcio BlackRock-MSC genera controversia, despertando temores sobre sus consecuencias geopolíticas para China.

El conglomerado de Hong Kong CK Hutchison ha decidido vender la mayoría de su filial Hutchison Ports al consorcio formado por BlackRock y MSC, un movimiento que ha desatado críticas dentro de China. Hutchison Ports, que opera 43 terminales en 23 países, ha sido objeto de un editorial en el diario Ta Kung Pao, considerado cercano al gobierno, donde se advierte sobre las implicaciones geopolíticas de esta transacción.
El artículo argumenta que la venta no es una "transacción comercial normal", sino más bien una acción que podría perjudicar los intereses nacionales de China. CK Hutchison es acusada de "faltar a su deber" y de sucumbir ante los intereses estadounidenses, poniendo el lucro por encima de la nación. Se ha calificado esta operación como un "tradimento" que podría facilitar que Estados Unidos imponga medidas que afecten gravemente el comercio chino.
Las preocupaciones radican en la posible implementación de restricciones por parte de EE. UU., que podrían incluir limitaciones en el flujo naval y la imposición de tarifas adicionales. Esto podría resultar en un aumento significativo de los costos logísticos para las empresas chinas y poner en riesgo la estabilidad de sus cadenas de suministro. Además, se advierte que BlackRock, al convertirse en uno de los mayores operadores portuarios a nivel mundial, podría manipular los costos de atraco, afectando directamente a las compañías navieras chinas.
La crítica también resalta que la venta de estos activos representa una potencial amenaza a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, ya que podría debilitar la red de puertos que China ha desarrollado en el extranjero. Tras la publicación del editorial en el sitio del gobierno, las acciones de CK Hutchison cayeron más del 5%, reflejando el temor de los inversores ante una posible intervención del gobierno chino, a pesar de que la transacción no requiere aprobación estatal, dado que los terminales chinos no forman parte de la venta.