En muchas ocasiones has podido escuchar el concepto de “zona franca”, muy habitual sobre todo en poblaciones de costa que tienen un importante tráfico de mercancías por vía marítima. Una zona franca es un territorio delimitado, donde las empresas que están radicadas gozan de algunos beneficios tributarios como puede ser la exención del pago de derechos de importación de las mercancías que están depositadas. También se aplican otro tipo de exoneraciones en algunos impuestos o regulaciones, pero debemos de señalar que la mercancía, una vez que sale de dicha zona franca, debe de cumplir con las obligaciones tributarias como cualquier otra mercancía importada.

A las zonas francas también se les puede conocer como zonas de “libre comercio”, debido a que este tipo de instalaciones empujan de forma importante el comercio de mercancías en régimen tanto de importación como exportación, y en consecuencia, generan importantes flujos logísticos y de transporte.

Dentro de la zona franca tal y como hemos dicho anteriormente, no se cobran ni devengan impuestos o derechos arancelarios, puesto que el objetivo de estas instalaciones es “liberar”  a las empresas que actúan dentro de ese recinto de las condiciones que los gobiernos establecen. El objetivo final es promover una libre circulación de mercancías.

Las zonas francas no están al margen de la legislación, son instalaciones donde se aplican una serie de normas fiscales y aduaneras distintas al resto de zonas comerciales, pero como hemos dicho, cuando las mercancías que transitan por las mismas “salen” de esa zona, deben de tributar de igual modo que cualquier otra mercancía.

El uso de este tipo de zonas no es nada nuevo, se crearon para poder incentivar el uso de las zonas portuarias, incentivando ese uso aplicando una serie de ventajas tributarias u aduaneras. En la actualidad podemos observar operaciones de transporte de cualquier tipo en estas zonas, desde marítimo, terrestre o ferrocarril, así como operaciones de transporte combinado.

Las zonas francas son hoy día un verdadero “motor” de generación de actividad, las empresas que se sitúan dentro de las mismas obtienen importantes ahorros en las operaciones de transporte, además de generar en su entorno un movimiento industrial de abastecimiento, que termina por crear más capa industrial, riqueza y empleo.

Sectores como la automoción de forma histórica se han situado dentro de este tipo de zonas, por los beneficios de producción que ello supone. La producción realizada dentro de una zona franca que es exportada a una fábrica de otra zona franca de un tercer país, no paga derechos aduaneros ni impuestos. Eso si, en el momento que esos bienes son “exportados o importados” fuera de la zona franca (imaginemos en el sector de la automoción que es el vehículo o alguna de sus partes), deberán de tributar, pagando los impuestos y aranceles que sean aplicables en ese caso.

Artículo propiedad de Carlos Zubialde

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